20 de octubre de 2013

Día de la madre


Los hijos de los hombres mayores se gestan y se paren de manera unilateral.  Los derechos sobre las crías, en cambio, se comparten.  Con el hijo de un hombre mayor se alumbra la certeza de que tarde o temprano vendrán a por él a reclamarlo . Aunque en principio sea el rechazo y el caos, lo que sigue es lo sistemático de la apropiación. Desde diversos ámbitos institucionales se brindan a la madre variaciones de cierta filosofía barata: tus hijos no son tus hijos. Se propicia la entrega, el desfallecimiento por cansancio. Y quién no queda agotado después de un parto, al final de los de llantos a medianoche, de duermevelas al costado de la fiebre, de untar manteca en kilómetros de pan muy blanco, después de corregir cuentas y caligrafías y enseñar a separar lo bueno de lo malo para siempre. 
La existencia de cualquiera, se dirá, está intervenida por las instituciones, pero en cuanto se tiene un niño la cosa se exacerba. Y a quién no se le resume la vida en tres o cuatro números identitarios.
El hijo de G., verbigracia, clarísimo y amado. Este hijo es mío. Es suyo también,  ciertamente. Pero no es, nunca ha sido, nuestro hijo. Es extraño. El castellano no prevé esta situación, salvo con un par de insultos. La justicia tampoco. No hay palabras para nombrar la condición de este mi niño suyo.
Por ahora el niño canta. El hijo de G. canta en la plaza de la Ciudad sin Agua, sustituye en la retreta  al director de la banda imaginaria. El espacio de Don Rainone, el salvado por milagro. El escapado por azar del régimen fascista, que tocó el violín hasta obtener su salvoconducto al futuro en la otra orilla del océano. Y después de tanta sangre y tanta agua venir a caer aquí. Justamente igual que el niño, que  después de tanta sangre y tanta agua vino a caer aquí y nada sabe y  canta. 
Canta el infante sin importarle nada de las mujeres perversas que se sonríen al verlo, que indagan en su rostro un parecido con C., que mucho más tranquilizador sería. Mas no lo encuentran. Entonces se relamen. Piensan, ya vendrán, ya vendrán a buscarlo. Tus hijos no son tus hijos. Demasiado todoparaella. Que espere un poco y ya verá, que no es de gratis parirle niños a los hombres que nos corresponden.
Infinita felicidad porque el niño canta.  El instante remeda el absoluto. Música. Sin las torpes/crueles palabras que la ley y el idioma nos reservan, porque de ellas a esta hora todavía no hay necesidad.

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