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14 de marzo de 2014

Bienvenida al Universo Cortázar


Me tocó escribir la introducción a esta colección de seis textos de Julio Cortázar que el Plan Nacional de Lectura del  Ministerio de Educación de la Nación distribuirá en las secundarias argentinas. 

Específicamente para el cuadernillo de actividades sugeridas que se entregará a los docentes junto con los 3 millones de ejemplares. 

Ésto es lo que salió:

En 2014, más que nunca te proponemos ayudar a tus estudiantes a cruzar el puente Julio Cortázar.

Es que su obra sigue siendo así:  túnel, puerta, pasaje, máquina del tiempo y el espacio.

Sus textos están vivos, gozan de buena salud. Es posible conversar sobre los cuestionamientos a las marcas de época y con confianza estimular a los jóvenes para que aborden esta obra que siempre, siempre, los dejará parados en otra parte: en lo no obvio.

Leer a Cortázar sigue teniendo “lado de acá” y “lado de allá”, como su novela Rayuela.  Y qué preciosa oportunidad este aniversario para leerla con ojos nuevos. Y qué privilegio asistir a las renovadas lecturas que harán de ella las generaciones que hoy cursan la escuela secundaria.

Leer a Cortázar es caminar sobre bordes: entre la vigilia y el sueño, entre lo que se ve y lo que no, entre lo que se intuye y lo manifiesto, entre la madurez aparente y la inocencia luminosa.

Leer a Cortázar no será difícil para los adolescentes. Porque nunca lo fue. Su prosa fluye aún como si hablara. Y eso, como sabemos, no es casual: él abominaba de la gente que “es como si se pusiera guantes para escribir”. 

Claro que su sencillez es sólo aparente. Estará en las manos docentes revelar cómo Cortázar, siempre en ese registro de raciocinio sentimental o viceversa, amontona cosas y palabras que nunca van juntas y logra que de golpe parezca natural que estén en relación. La magia de la literariedad de sus textos sigue intacta.

Precursor del hipertexto, su obra funciona como si hubiera sido escrita para Internet: se puede entrar por cualquier párrafo y desde allí la lista de links se hace múltiple, se sale de sus propios bordes. Con seguir sus precisas instrucciones e invitar a mezclar y desordenar capítulos en las netbooks, a crear “libros almanaque” digitales en los que quepan juntos su narrativa, su poesía, sus notas, sus dibujos explicativos y acaso las intervenciones y asociaciones de sus lectores, el camino de los proyectos en el aula tiene punto de partida.

Su sentido del humor estará de nuestro lado en el esfuerzo por dar de leer. Porque con los libros de Cortázar se puede invitar a sonreír, convencido como estaba de que "la risa ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra”.

Hasta hace poco Cortázar no se leía en las escuelas. Tuvo que cambiar el país. Tuvieron que hacerse adultos los primeros jóvenes que llevaron a las aulas sus libros a escondidas, traficándolos debajo de los bancos, tuvieron que crecer  los adolescentes que se escapaban del colegio para juntarse en secreta cofradía alrededor de sus cuentos y poemas. No quitarle a la lectura ese sabor de secreto fraterno, no lavarle lo lúdico con excesiva carga de actividades conexas será el gran desafío docente.

Reemplazar, en cambio, resúmenes y disecciones críticas por sustantivos diálogos sería lo ideal: una vez sobre su noción de Patria, otra sobre las formas de sentir la amistad, otra sobre los modos de hablar. Hay tantas patas por donde levantar al insecto Cortázar.

Cortázar funcionó también, para varias generaciones, como puerta de entrada al conjunto de la Literatura Argentina.

Hagamos justicia con la obra de este autor enorme. Intentemos, a la hora de presentarlo a nuestros estudiantes, ser como era él: noble, generoso, divertido y comprometido con su tiempo.

Es un honor para este Ministerio acercar, en el año de su Centenario, las herramientas para dar a nuestros jóvenes la bienvenida al siempre nuevo Universo Cortázar. 

8 de agosto de 2013

A soñar, mi amor


Vale Sorin pregunta...cómo debería ser la política pública de lectura de los próximos 5 años

Una política pública para los próximos 5 años debería evaluar las iniciativas ya iniciadas, profundizar y sostener las más valiosas, reencauzar presupuestos y esfuerzos que se estén dilapidando y articular entre sí a todos los agentes que intervienen en el campo con lo mejor que tengan para sumar y aportar.
Debería garantizar un curso de acción estable, ya que los resultados no se conseguirán en el corto plazo.
Debería incluir a las inciativas de la sociedad civil sin pretender cooptarlas sino fortalecerlas, empoderarlas y articular con ellas. La participación de las ONG es garantía de la continuidad de las políticas, más allá de los cambios propios de las gestiones estatales y son contralores de la transparencia y pertinencia de las inversiones, así como anfitriones de espacios de diálogo y reflexión sobre lectura independientes.
Debería adoptar un concepto de lectura claro, democrático, que atienda a la urgencia de la acción y también al rigor epistemológico, ideológico, académico. Sí o sí debería considerarse a la lectura como derecho. Hoy, distintos ministerios o distintas áreas dentro de los ministerios difunden muy distintas ideas de lectura y muy diferentes modos de hacerlo, lo cual confunde a la población, en especial a los docentes.
Debería reforzar su marco legal en todas las instancias y niveles de gobierno posibles, en téminos de coherencia teórica, ideológica y de garantía de presupuestos regulares, continuos y autónmos.
Debería aspirar a la universalidad y probar también iniciativas piloto que luego puedan generalizarse.
Una política publica de lectura NO ES un programa de compra y distribución de libros, aunque incluya esos deberes. Y esas tareas no deberían estar disociadas de las de fomento lector, como ocurre hoy en la práctica.
No puede eludir la formación de mediadores, apoyar al capital humano que sostiene el fomento lector en el país
Debería apostar a la lectura en sí, a la libertad y condiciones de la práctica y no a la animación ni a la generación de eventos, ni a lo entretenedor.
Buenos planes de lectura requieren infraestructura y cobertura territorial. También criterios de acción común en las provincias, aunque no homogeneizantes, sino que contemplen la diversidad cultural y las iniciativas y los valores locales. Las propuestas deberían tener pocos ejes, simples, sistematizables a los que se pudieran agregar las prioridades jurisdiccionales. Que incluyan a la escuela y a la población juvenil pero que no descuiden el fomento de la lectura en otros ámbitos y entre los adultos (que son los que tienen el verdadero problema con la lectura). 
Debería ponerse propósitos claros, ambiciosos, evaluables periódicamente en términos cuali y cuantitativos de formación de lectores, objetivos que no confundan metas con cantidad de acciones. Para ello debería generar sus propios instrumentos de investigación y no limitarse a ser medida sólo con varas ajenas como la de la prueba PISA.
Finalmente, Argentina debería aportar a las políticas públicas de lectura de la comunidad internacional a la que ha decidido pertenecer y dejar de hacer seguidismo de las agendas, conceptos y propuestas de organismos internacionales neocoloniales financiados por países dominantes en los cuales se promueven una idea de la lengua, de la circulación de los bienes culturales y de la lectura en sí que responden a intereses políticos no compatibles con los intereses de nuestro país y latinoamérica.

Ojo, no me preguntaron por una política de promoción de los autores argentinos, la literatura nacional y las editoriales del país, que eso es otro capítulo.